La fuerza del mar y de los recuerdos (Alfred)

Recuerdo del primer mensaje :

Enormes nubes oscurecen el cielo, otorgándole ese color gris plomizo que he llegado a considerar tan hermoso. A lo lejos se escucha el sonido de un trueno. Y el viento empieza a soplar con fuerza. Las olas se vuelven más picadas, barriendo con fuerza la playa. Me estremezco por el frío, y me subo el cuello de la chaqueta, pero no hago mención de abandonar el lugar. Me encanta ver el mar embravecido, ese cielo que presagia tormenta, y el intenso olor a lluvia. Además, dicen que la brisa del mar es buena para las enfermedades respiratorias. Vuelvo a temblar de frío, y tengo que meterme las manos en los bolsillos, después de haberme echado el aliento en ellas para calentarlas. Aun así no quiero volver a casa todavía. En mis oídos todavía resuena la última discusión con Esther. Me siento culpable por hacerle daño, pero ella también debería entender cómo me siento. Suelto un suspiro. Igualmente me siento culpable. Fijo mis ojos en las aguas del mar.

- ¿Por qué tuvisteis que dejarnos? Es tan duro… Mamá, papá, os echo de menos. Los dos os echamos muchísimo de menos. Si estuvieseis aquí sabríais qué hacer. No sé qué hacer…

Contengo un sollozo, mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos. Respiro profundamente, y empiezo a cantar. Un suave murmullo que ayuda a aliviar mi dolor, y me llena la mente de recuerdos de mi niñez

Canción

El discurso va bien y me voy animando. Escucho como vitorean mis palabras. Y pensar que no estaba de acuerdo con nada de esto. Pero es perfecto para salir de este problema. Como yo lo veo, hay que darles lo que quieren. Insistiendo en que no somos ricos ni patrones no nos creerían, pero soltándoles semejante discurso tenemos muchas más posibilidades de que nos dejen en paz, o al menos en teoría. Espero que Alfred no me juzgue con demasiada dureza. Pero lo que empieza siendo vitoreado, termina en risas. Al principio no entiendo lo que está pasando y frunzo el ceño, sin abandonar mi discurso. Entonces oigo lo de los pantalones y me miro, ruborizándome por completo al darme cuenta de que solo me he vestido por la parte de arriba, y que por la parte de abajo solo llevo los calzoncillos. Me estiro la parte superior hacia abajo, en un intento por cubrirme las piernas, pero el daño ya está hecho. Ahora nos acusan de ser homosexuales, y miro a Alfred desesperado. El rumor empieza a extenderse y las actitudes vuelven a ser hostiles.

- Oh, mierda - Murmuro al ver a la muchedumbre, de nuevo enfurecida hacia nosotros - ¡A LOS CABALLOS! - Grito a los otros dos hombres, ya que salir de ahí con el carruaje es imposible

Salto del pescante sobre el lomo de uno de los caballos, como he leído en numerosas novelas de aventuras y caballería. Gracias a dios que el caballo está quieto, pero caigo mal y me hago daño, teniendo que agarrarme de las crines. Me inclino para soltar las cinchas que sujetan el caballo al carruaje, mientras mi mente me grita que no es una buena idea

Suspira y muchas cosas pasan por su cabeza en cuestión de segundos, entre ellas acercarse al chico reclinándose a caballe y decirle “¿les sueltas otro discurso en lo que sueltas las cinchas?”, golpear a la gente no es una opción razonable y no sabe qué tipo de seres hay entre ellos, huir es la mejor decisión, es caso es… la técnicas de Mihaíl es la correcta, deja escapar el aire al salir de sus pensamientos ya que tiene encima a un par de gorilas que van a aprensarlo y no les quiere dejar su abrigo si por escurrirse les queda en las manos, toma bajo su brazo al conductor que parece no ver por donde escapar o como subirse al caballo, extiende sus alas de golpe retrayendo el abrigo, haciendo que aquel par retroceda y de un salto esta sobre el caballo para tomar bajo el brazo izquierdo al chico, los presentes salen de su segundo de desconcierto pero antes de que los puedan tomar los fuertes aleteos los empujan por el viento que generan y casi de golpe se elevan 200 metros por sobre las personas, había visto que andan armados y quedarse muy bajo es darle oportunidad para que les lancen piedras o cualquier trinche para la agricultura.

Mira desde su ubicación como alzan las herramientas en protesta por habérseles escapado, suspira y vuela en dirección a un edificio donde deja a sus compañeros, el chofer que iba con el rostro cubierto por miedo a las alturas se descubre viéndose en la losa del edificio de su jefe, nadie les diría algo porque estén el lugar siendo empleados del miso hombre, pero habrá que sacar al chico y recuperar el carruaje, baja a ambos y contraer sus alas que se esconde debajo del abrigo – gracias por volar en aerolíneas Fitzgerald’s, esperamos que el vuelo haya sido de su agrado – el chofer lo ve y niega por su broma, las cosas no estaban tan bien y era seguro que le reclamaran el carruaje, Alfred casi lee los pensamientos del hombre a lo que responde – creo que no hay otra opción que mandar a la policía, es posible ya hayan empezado a destrozar todo y se roben los caballos – que el grupo haga eso ya los convierte en delincuentes y en serio no le gusta que las cosas se pongan así, es posible que algún trabajador suyo estuviese ahí y… claro, más de uno lo defendería diciendo que no es tan del proletariado o bien se escondería por el temor a defender a alguien que “merece” ser linchado, ahora es cosa de que las autoridades se encarguen y dejar al chico donde pueda estar a salvo – terminare de llevarte a tu casa Mihaíl, Jimmy y yo nos encargaremos del otro asunto – señala al chofer y luego la dirección de donde han venido, el chofer asiente y pasa bajar de la azotea mientras Alfred le hace señales al chico para que se suba en su espalda – anda, ¿o cómo quieres que te lleve?

Lucho desesperadamente por soltar las cinchas, pero el cuero está duro, y el nerviosismo que tengo en el cuerpo tampoco ayuda mucho. Estoy tan desesperado que no me fijo en lo que hacen el cochero ni Alfred, solo tengo en mente una cosa: huir. Es la única opción que tenemos, pues la multitud está furiosa, quiere lincharnos, y dudo mucho que otro discursito les haga cambiar de idea. Si es que, mira que olvidarme de ponerme los pantalones. Hay que ser verdaderamente estúpido. Aprieto los dientes mientras mis manos se muestran torpes con el maldito cuero, cuando de repente soy elevado literalmente por los aires. Ahogo un grito cuando me veo por encima de las cabezas de la multitud y miro hacia arriba, sin entender lo que está pasando, viendo a Alfred que ha desplegado las alas y nos lleva al cochero y a mí muy lejos. Cuando finalmente tocamos tierra, tengo que apoyarme en la pared más próxima, sintiendo como me tiemblan las piernas. Han sido demasiadas emociones en muy poco rato.

- Lo siento... En Rusia hay muchos comunistas con ese tipo de discursos. Me junté con unos cuantos en Moscú. Los pobres somos muy obcecados cuando queremos. Jamás habrían creído que no sois ricos con ese carruaje. Pensé que hablándoles en un idioma que pudiesen entender, haciéndoles partícipes de una revolución, nos dejarían pasar. Me equivoqué

Me pueden los nervios y empiezo a toser con fuerza, manchándome las manos de sangre. El ataque es fuerte y siento como me cuesta respirar. Me apoyo con todo mi peso en la pared, sin poder dejar de toser. Intento respirar, y se escucha un silbido que me sale del pecho

Se encoge para que el chico suba, pero el joven se detiene a hablar sobre el comunismo y sus cosas, rueda los ojos porque aquello fue ingenuo aunque gracioso en cierta forma, de no haber sido por su habilidad estarían luchando por sus vidas o tratando de congraciarse con esa gente, se eriza de solo pensar que le sacaran los ojos, pero sus pensamientos se interrumpen cuando lo escucha toser – creo que hice más mal que bien – lo ayuda a sentarse y se inclina para estar mas cerca y le pone las manos en el pecho – no te preocupes, ya estas a salvo y en poco estarás en tu casa – una pequeña aura dorada se enciende en su mano y fluye energía hacia el chico deteniendo el flujo de sangre y aligerando la tos, quita la mano y aun puede ayudarlo, pero si sigue puede quedarse sin energía para llevarlo a su casa.

Cielos muchacho, si son así las cosas tendré que llevarte como a un niño, estas muy delicado – tras lo dicho lo toma entre brazos metiéndolo bajo su abrigo para que el viento ni la poca agua que cae le haga mas daño, susurra un ligero “descansa” y alza el vuelo permitiendo que la cabeza del chico quede boca abajo para que vea por donde van y le indique la dirección, los edificios del lugar no son tan altos así que vuela un poco bajo para que el chico no se sienta incomodo con la altura – solo dime hacia donde ir.

Niego con la cabeza, sin estar de acuerdo con él

- Tu solo querías ayudarme. No has hecho nada mal. Las cosas están complicadas en los barrios bajos. Ojalá pudiese decir que todo lo que he dicho en el discurso es mentira pero no es así. No le des más vueltas. Menudo día - Finalizo sonriendo un poco, aunque el ataque de tos me obliga a doblarme sobre mí mismo, dejándome débil

Dejo que me ayude. Me siento en el suelo y cierro los ojos. El silbido de mi pecho se hace más fuerte. La lluvia no va a matarme, sino la experiencia con la plebe. Aunque me invade el alivio cuando Alfred utiliza parte de su poder para aliviarme la tos

- Es tan cálido - Murmuro, refiriéndome a la energía que atraviesa mi cuerpo. Cuando me coge en brazos como si fuese un niño pequeño, me comporto como tal y me acurruco contra su cuerpo, bien envuelto en el abrigo. Me siento como eso, como un niño pequeño en la protección de los brazos de mi padre. Vuelvo a cerrar los ojos

Despegamos, y abro de nuevo los ojos para poder ir guiándole hasta mi casa. Es una posición curiosa, pues tengo la cabeza boca abajo. Le voy dando indicaciones hasta que señalo un edificio viejo de ladrillo rojo, en medio de otros edificios viejos de ladrillo rojo, tan idénticos entre sí que solo alguien que viva por esta zona puede orientarse.

- Es ahí. Ese edificio - Se lo señalo - Puedes aterrizar en ese patio

Planea sobre los edificios fijándose hacia donde lo guía el muchacho, en serio es un lugar poco agradable, tiene razón de estar enfermo, realmente le es lastimero como están muchas personas y agradece tener lo que tiene gracias a sus padres y a quien es ahora, no dice nada al respecto, solo va hacia donde le señala hasta que llegan a su destino, mira con molestia el lugar pues podría estar mejor, se acerca el frío y no cree que el ni su hermana estén listos para tolerar las heladas del inicio de año, suspira fingiendo alivió de que han llegado, realmente lo hace porque no esta en su poner ayudar a otros, apenas con un mínimo, baja hasta el patio que le ha dicho y agradece que no hay nadie a la vista, no es anormal pues la lluvia se hace cada vez mas intensa, gracias a Dios han llegado, solo espera no engriparse por todo ese asunto, el agua esta y apenas se calienta por tanto movimiento, en cualquier momento se le acabaran sus reservas de calor.

Suelta al chico bajo un alero para que no se moje y despedirse – bueno muchacho, creo que ya acabo el viaje, ve a resguardarte y cuídate – no le dice nada más ni espera respuesta, solo alza el vuelo para buscar su casa, necesita llegar antes de que el frío entumezca las mismas alas que aunque son impermeables como las de las aves, no tardarán en pesarle cuando el agua las penetren y caminar no le será bueno, así que e impulsa para volar mas rápido, sonríe al verse más cerca y solo piensa en un chocolate caliente y el confort de la casa.