Flor de arándanos (Privado Ryu Zao)

Aquella fresca, pero soleada tarde, no tenía nada que hacer, las clases habían finalizado, su padre tenía una junta con otros empresarios por lo que la clase sobre ser el futuro dueño de la empresa familiar había quedado suspendida, supuso que podría pasar algo de tiempo con su madre quien, para su desgracia también se encontraba ocupada con otros asuntos, no tenía muchas amistades por lo que, ese día se encontraría en total soledad, no sabía qué hacer, se encontraba sentado en el borde de la ventana de su habitación, mirando el jardín, suspirando cada cierto tiempo a causa del aburrimiento, pensó que leer algo sería entretenido pero no lo fue por lo que dejaría de lado el libro retomando su mirar al cielo, fue entonces donde supuso que un paseo podría ser una buena opción, pero no cualquier paseo, un clima como ese no podía desperdiciarse, no lo pensó dos veces pero si debía mirar bien en todas las direcciones, asegurándose que nadie le viera, salir volando de su ventana era algo que gustaba hacer siempre y cuando nadie le viera, por lo que pocas veces podía darse ese lujo, pero esta vez, esta vez tenía el campo totalmente libre, estaba a poco de dar el salto pero fue entonces que una segunda idea invadiría su mente, tenía ese traje blanco con rosa que había diseñado y hecho con sus propias manos y estaba allí oculto al fondo de su armario para que nadie lo encontrara pero, deseaba usarlo, por eso lo había creado, bajo del borde de la ventana, abrió el armario y lo saco, lo miro, tardo unos minutos y decidió usarlo, mirándose por un momento en el espejo, dando varios giros para comprobar que le quedaba justo a la medida, no planeaba bajar a las calles y caminar por lo que en teoría nadie le vería, así que no corría riesgo alguno.

Se sentía feliz, emocionado por ser la primera vez que usaba una de sus creaciones, creaciones que sabía nadie aceptaría que un hombre usara, no era “adecuado” ni “correcto”, no era la forma de vestir para un hombre, era algo nuevo que por ahora, no debía ser conocido por nadie más que su creador, quizá, en algún momento se armaría de valor y lo mostraría a su padre y madre, tal vez incluso podría usarlo en alguna de esas fiestas que le parecen un tanto aburridas pues la plática siempre es la misma, pero en lo que eso sucedía, disfrutaría de su secreto, echándose a volar, perdiéndose entre nubes, mirando todo desde lo alto, se veía tan pequeño, las personas pasaban a ser pequeños puntos moviéndose entre líneas de colores grises, una amplia sonrisa se apoderaba de su rostro sin querer irse, realmente disfrutaba ese momento, sabía que nadie notaría su ausencia pues su padre y madre estaban en sus asuntos, asuntos que les robaban gran parte del día que tenía para el solo. El tiempo paso rápidamente, cuando menos lo imagino ya era hora de comer algo, se detuvo a causa del rugir de su estómago, pero no quería volver, no tardaría en ir a su casa pero, de hacerlo, tendría que hacer un cambio de ropa, algo que le quitaría tiempo, después cambiarse de nuevo y salir a retomar su paseo, demasiada pérdida de tiempo a su punto de vista, en ese momento parecía más adecuado bajar y buscar algo, por suerte siempre llevaba algo de dinero consigo por si se necesitaba, aunque aún estaba el detalle de sus ropas, si era cuidadoso nadie le vería pero, ¿Qué tan malo sería si eso sucediera?, ¿Qué pasaría si alguien le viera vestido de esa forma?, ¿Tan grande sería el problema?, tal vez ya era hora de arriesgarse, saber que sucedería y responder sus preguntas, así que comenzó el descenso, oculto en un callejón para esconder nuevamente sus alas y tomar un aspecto más humano, una vez hecho eso, a paso lento avanzo por el callejón, con cada paso era invadido por la seguridad pero al mismo tiempo la duda se hacía presente, respirando profundamente logró salir del callejón y, no había nadie, al menos no en esa zona pues al dar vuelta en una esquina se toparía con algunos paseantes, continuo su camino a paso seguro, podía sentir las miradas de algunas personas pero les ignoraría por completo ya que en ese momento era guiado y atraído por un deliciosos aroma que lo dejo frente a una panadería con un hermoso aspecto.

Mirando algunos de los productos que ahí se vendían, no sabía que elegir, eran tantas las opciones, avanzaba de a poco hasta quedar en la puerta, detrás suyo estaba otro sujeto quien le miraba de manera extrañada, haciéndose a un lado para dar paso a aquella persona que solicito la presencia del vendedor, mismo que no demoro en aparecer, entro al local, aprovechado que el vendedor se encontraba ocupado con el recién llegado cliente, se dispuso a recorrer el sitio en busca del postre perfecto, ni siquiera se percató que el cliente no tardo más que unos minutos en realizar su pedido, pagarla he irse, dejándolo temporalmente a solas, al girarse fue donde se daría cuenta que aquella persona se había ido, aun no sabía que elegir, así que espero a que el vendedor nuevamente apareciera, quizá sería prudente llamarle, se quedó en la vitrina sin saber qué hacer, aunque al menos ahora sabía que pedir, por fin llegó el momento de pedir algo, ─ Hola, buen día, me gustaría pedir dos de estos… ─, señalando los croissants, ─ Se ve que tienen buen sabor, aunque creo que todo aquí debe saber muy rico, solo por el aroma te das cuenta ─, tal vez dos no serían suficientes pero había muchas más opciones, ─ ¿Tendrás algo con que pueda acompañarlos?, algo dulce ─, esperaba que dijera que tenían chocolate caliente, eso sería una mezcla perfecta pero sabía que no podían cumplirle todos sus antojos por lo que algo que tuvieran sería buen acompañamiento.

Estaba en su turno, realizando su pedido, mismo que fue atendido en el momento, sabía que el chico del mostrador decía la verdad, el aroma lo confirmaba, ─ Y le creo, dan ganas de pedirlo todo ─, viendo como le mostraban una zona del local con varias mesas acomodadas frente a las ventanas, siguiendo al joven esperando pacientemente le indicara que la mesa estaba lista, una vez le indico que podía sentarse, no lo dudo he inmediatamente lo hizo, eran lugares realmente cómodos y la vista era realmente hermosa, los rayos del sol eran apartados por las cortinas lo que volvía la estadía en el local realmente agradable, ─ Gracias ─, escuchando la pregunta realizada, ─ Oh nadie me acompaña, vengo yo solo ─, no le molestaba estarlo, de cierta forma estaba acostumbrado a eso.  Atento al menú de bebidas que le ofrecían se vio ligeramente tentado en pedir una taza de té, aunque los zumos de fruta sonaban igual de prometedores, fue en ese momento que lo dijo, “chocolate caliente”, casi casi podría percibirse el brillo en su mirar al escuchar esas palabras, ─ ¿Lo tienen?, eso es perfecto, si, si quiero chocolate caliente, con lo que pedí seguro sabrán deliciosos ─, sentía como se le hacía agua la boca del solo pensar en el sabor de la combinación.

Una vez solicitada la bebida, vio al chico ir a otra parte del negocio, a la preparación de todo el pedido, en lo que esperaba, miro por la ventaba, se mostraba mucho, quizá otro día volvería y daría un paso por esa misma calle pero lo haría con una vestimenta más formal, lo que es aceptado en la sociedad, así al menos desviaría las miradas, le alegraba que aquella panadería estuviese sola, podría comer con tranquilidad y sin ser juzgado, en total comodidad, justo como le gustaba, a los pocos minutos el chico volvería, con las piezas de pan, el chocolate y algo extra, curioso espero a ver qué era lo que traía, al bajar todo, pudo ver que eran unos pequeños macarons que lucían realmente deliciosos, se sentía consentido, lo disfrutaba, no podía negarlo, gustaba de tener ese tipo de atenciones y recibirlo sin pedirlo, mejoraba totalmente su estadía en el negocio, ─ Ohhhhh todo se ve muy bien, creo que pediré más, son de estas cosas que te permites comer una segunda porción, sobre todo si es repostería de calidad como a mí me gusta, muchas gracias ─, nuevamente escucho las indicaciones del vendedor, quien señalaba donde se encontraría por si necesitaba alguna cosa más, entonces, una idea paso por su mente, ─ Disculpe pero, qué tal si… ─, haciendo una pequeña pausa por lo que estaba a punto de hacer, estaba a poco, realmente poco de invitar a alguien a que comiera con él, ¿Qué pensaría aquel joven si eso sucedía?, nadie tenía porque saberlo, sería un secreto más a guardar, fue como dio un suspiro para continuar con su pregunta, ─ Amm, ¿Qué le parece si me acompaña?, he venido solo, comer acompañado lo hará mejor, ¿no cree? ─, esperando la respuesta del contrario mientras daba un sorbo a la taza con el chocolate.

Aló:

Una sonrisa se hizo visible en su rostro cuando el joven empleado le acepto la invitación en acompañarlo a comer, así no estaría solo y disfrutaría de aquellos postres con compañía, quizá teniendo una charla entretenida y, porque no, hacer un amigo fuese de las reglas que su madre solía imponerle, le molestaba no tener la libertad de elegir sus amistades y que fuese su madre quien las eligiera para él, por lo que, tener la oportunidad de conocer a otras personas era algo que no dejaría pasar, ─ Muchas gracias, aquí espero ─, observando por la ventana mientras esperaba, dando una mordida a su pedido, había hecho una buena elección, el sabor y la suavidad, era perfecto, estaba decidido, pediría una segunda porción a penas terminara lo que comía.

Una vez ambos en aquella linda mesita, el joven se presentaría, un nombre japonés para su sorpresa y alegría, estaba emocionado, escucho atento todo lo que tuvo que decir, al finalizar, sonrió nuevamente, ─ Oooo en ese caso te diré Yuki ─, riendo un poco, ─ Mi nombre es, Ryu, Zao Ryu, pero no soy un señor, señor es mi padre ─, riendo nuevamente, lo dulce del chocolate, así como los panecitos que comía, comenzaban a surtir efecto en su persona, moviendo la cabeza en señal de negación, ─ No, no estoy de visita, yo vivo aquí, desde que nací ─, sin duda era algo “peculiar” llevar nombre japonés a pesar de no serlo de nacimiento, ─ A veces piensan que vengo de Japón por mi nombre, pero nací aquí, mi nombre es en honor a mi abuelo, él y el resto de mi familia si son de aquellos rumbos, pero vinieron a vivir aquí por cuestiones de negocios ─, pocos eran los recuerdos que tenía de sus contadas visitas a Japón, esperaba que a futuro pudiesen realizar algunas cuantas más.

No estaba en casa ni en una fiesta, por lo que, no había razones ni motivos para seguir esas reglas de etiqueta, nadie le conocía así que no le harían saber a su madre o padre que le vieron en aquel local hablando de una forma inapropiada, era solo que, tantos modales y etiquetas le parecían aburridos, además de molestos por lo que solo los usaba cuando la situación lo ameritaba y cuando no, se permitía ser un poco más libre, dando un sorbo al chocolate, miraba al chico mientras este le cuestionaba sobre su procedencia, bajando la taza quedando con un marcado bigote café del que no se habría dado cuenta, ─ Yo, no vengo de ninguna fiesta, ¿Por qué crees eso? ─, ladeando la cabeza a manera de curiosidad. Nuevamente negando con la cabeza, ─ Para nada, no me ofende, me hace sentir más cómodo lo de tutearme, espero no te moleste que también lo haga ─, tomando un macaron, ─ Yo si estoy acostumbrado a las normas de etiqueta, en casa debo usarlas, pero no lo hago cuando salgo, es aburrido y molesto, pero debo hacerlo ─, mordiendo el pequeño y delicioso postre, ─ Todo esto está muy rico, estoy seguro que pediré más ─, tomando un segundo macaron para comerlo.

Daba por hecho que pediría más postres por lo deliciosos que eran, incluso consideraba pedir algunos más para llevar a casa, específicamente a su habitación, así tendría algo que comer mientras leía o miraba por la ventana, no diría que los llevaría, un regaño se haría presente de hacerlo, sabían de su “adicción” por los dulces por lo que su madre tenía la regla de no darle tantos dulces al chico si este los pedía por lo que solía buscarlos en sus constantes paseos, haber encontrado la panadería, había sido un verdadero golpe de suerte. Escuchar al joven Yuki hablar y describir todos y cada uno de esos postres con tal nivel de detalle, causaba que los imaginara, deseando probar todos y cada uno de ellos sin faltar ninguno.

Emocionado por aquellas descripciones, atento en su totalidad, podría percibirse un brillo en sus ojos al escuchar todo aquello, ─ Wow todo lo que dices suena delicioso, quiero probarlos, voy a venir más seguido porque es mucho, no será suficiente un solo día ─, consideraba pedir en ese momento algo de lo mencionado, ─ Quiero probar algunos, ummm pero es difícil decidir, mencionaste tantas opciones pero creo que ya se cual pediré, si estoy seguro de cual pediré ─, aun contaba con algo de chocolate en su taza, además de un croissant, los macarons ya no existían, de esos también pediría unos cuantos más, ─ Quiero probar los de chocolate con menta y más de estos macarons, son taaaaaan ricos ─, llevando ambas manos sobre sus mejillas por recordar aquel sabor.

Negaba con la cabeza ante la disculpa del joven, ─ No, no te disculpes, no fue para nada abrumador, me gusto escuchar eso, a mí también me gustan mucho los dulces, pero en casa no me dejan comerlos tan seguido, saber que hay más como yo que los aman, eso me gusta, porque hay con quien hablar de lo ricos que son y de los que existen pero no conozco muchos por lo mismo de que no me dejan comerlos diario ─, le molestaba ese detalle, sentía que le reprimían y negaban uno de sus gustos, pero no es como si fuese algo del otro mundo, puesto que había muchas cosas más que le negaban, además de los detalles que él mismo ocultaba por cuestiones de seguridad y sobre todo, evitar críticas de la sociedad, sin importar los inmensos deseos que tenía de liberarse, por desgracia, no podía hacerlo, porque algunos de sus gustos, no eran bien vistos, mucho menos aceptados.

Orgulloso de su creación, no le veía para nada el aspecto de un disfraz, pero tal parecía ser que ante ojos de extraños es eso lo que era, ─ Oh bueno, eso es porque, amm ─, mirándose a sí mismo, buscando las palabras exactas y adecuadas para poder responder la pregunta de la mejor forma posible, ─ Gracias, por lo de, buena factura, lo hice yo mismo, pero solo yo lo sé, nadie más lo sabía, tome las telas del trabajo de mi padre, nadie me dice nada porque voy todos los días ─, dio un suspiro para continuar, ─ Siempre visto como dices, pero, me gusta diseñar, por eso me hice este ─, nuevamente señalándose a sí mismo, ─ Pero no pienso decirle a mi padre, tampoco que lo vea, me regañaría mucho, porque eso no va conmigo, por eso lo tengo que ocultar, lo uso solo en mi habitación, porque nadie me ve pero, quise salir de paseo, sabía que nadie me vería pero, me dio hambre y llegue aquí ─, continuaba sintiéndose seguro, de que nadie lo reconocería, buscaría la manera de no ser visto por nadie que pudiese identificarlo y hacerle llegar ese dato a su familia, ─ Los trajes me gustan, pero es aburrido siempre verse igual que los demás, por eso me hice lo que me gusta pero no están listos para ver algo así ─, estaba seguro de las miradas negativas que recibiría si se dejara ver.

Tal vez sería posible que pudiese ayudar en esta ocasión, desde que tenía uso de razón, jamás había visto ropa japonesa en las tiendas donde se encuentra la mercancía hecha por la fábrica de su padre y diseñada por su madre pero, pensaba que debieron haberla diseñado y fabricado en algún momento puesto que, son originarios de aquella tierra, no había porque dudar que no la hacían antes de venir a vivir a la isla, siempre era lo de época pero, cada sitio tiene su cultura y vestimentas diferentes, ─ Con eso que dices, creo que, mi madre podría ayudar con eso ─, llevando su mano sobre su mentón mientras pensaba, podría preguntarle sobre diseñar algo así, si lo hizo antes y podría hacerlo nuevamente, ─ Ella es diseñadora, hace los dibujos de los vestidos y luego se hacen en la fábrica de mi padre, creo que, puede ayudarte con eso, antes de venir aquí, vivían en Japón, entonces, pueden hacerlo ─, sería ridículo si dijeran que no podían, ─ Quizá puedo preguntarle si puede hacer algo así, tal vez diga que sí, podría ser algo bonito hacer de nuevo algo de su cultura, desde que se, siempre hace moda de aquí, no de otros lados ─, aprovecharía la hora de cenar para sacar ese tema en la conversación, solamente para saber qué datos podría obtener.

Ocultar sus gustos no era algo que le molestara pues estaba acostumbrado, además de que le gustaba pensar que no era único en aquella situación, pensaba que, así como se guardaba algunas cosas, habría más que hicieran lo mismo, eso le ayudaba a sobrellevar su situación, ─ Gracias pero, no creo ser solo yo, debe haber más personas que escondan y guarden cosas ─, tomando un macaron, ─ Pienso lo mismo, que nadie debería ocultar sus gustos pero algunos de mis gustos no son aceptados ni bien vistos, por eso no debo dejar que nadie los sepa, podría meterme en problemas ─, problemas con su familia, con la sociedad y, sobre todo, pensar que llevaría las deshonra a su familia era algo con lo que no podría lidiar por lo que seguir escondiendo las cosas era un modo de mantenerse a salvo.

De la tranquilidad paso al susto, literalmente, sujeto ambos lados del asiento de la silla con sus manos mientras que subió sus pies al borde del asiento por la reacción del contrario que le tomó por sorpresa, con sus ojos ampliamente abiertos debido a lo sorpresivo de la situación, solamente asintió pues debido al shock no logro responder, cuando le joven le informo que buscaría más dulces, bajo ambos pies y llevo las manos sobre su pecho, podía sentir los acelerados latidos de su corazón, respiraba profundo y con calma buscando relajarse, por suerte pudo conseguirlo minutos antes del regreso del joven, ─ Muchas gracias ─, mirando los pequeños postres sobre la bandeja, ─ Puedo decirle en estos días, creo que puedo ir a su estudio y comentarle, por suerte aun me presta algo de atención aunque este ocupada ─, recordando como en ocasiones pasa por el estudio que raras veces tiene la puerta abierta y ahí está ella, su madre, enfocada en aquel cuaderno donde plasma todas las ideas que vienen a su mente.

Volver de nuevo, comer más dulces, enserio quería hacerlo, no veía nada malo, ─ Mañana cuando terminen las clases debo ir con mi padre, pero, saliendo puedo venir, pero será algo tarde, quizá como a las cuatro de la tarde o las cinco porque para las seis debo estar en casa o me dejan caer el regaño ─, solía tener horarios algo estrictos por lo que debía medir su tiempo lo mejor que pudiera. Permaneció serio unos minutos tratando de pensar en alguna actividad japonesa, ─ No lo sé, yo nací aquí, hacen varias cosas, pero no sé bien si son costumbres de este lugar o de Osaka, aunque, ahora que recuerdo, mi abuela solía hacerme unos postres cuando era pequeño, como me dijo que se llaman… ─, rascando su cabello tratando de recordar, ─ Oh si, ya recordé, taiyakis, tienen forma de pez, recuerdo que jugaba con ellos antes de comerlos ─, haciendo memoria en sus cumpleaños pasados de su infancia donde su cultura solía hacerse presente, ─ Antes, en mis cumpleaños, mi abuela y mi madre me preparaban comida japonesa, en su mayoría dulces, recuerdo que me hacían dangos y amm… ─, nuevamente había olvidado el nombre, pero logro recordarlo, al menos una parte, ─ Los mochi,  ¿los conoces?, son bolitas blancas con relleno dulce pero ya no hacen eso cuando son mis cumpleaños ─, de no ser porque el joven realizo esa pregunta ya ni siquiera los recordaría.

Por un lado, quería aprender más de su cultura, pero, por otro lado, serían más clases por lo que no estaba seguro si podría con todo lo que ya debía hacer, atento al resto de comentarios provenientes de Yuki, algo atrajo su atención, la ceremonia del té, lo que trajo algo a su mente, ─ Ahora que lo mencionas, en una de los muebles de la casa, hay una tetera con vasos que no son de aquí, se ven diferentes, cuando pregunte que eran, mi abuela dijo que ese había sido uno de sus regalos de bodas que eran para la ceremonia del té, pero nunca he visto que la use, creo que la tiene más como un recuerdo pero la cuida mucho, es bonita, es blanca con flores de cerezo decorando ─, quizá su familia se había habituado más al ambiente en el que ahora se encontraban pero sabe que en algún momento continuaron con sus costumbres japonesas y que, al menos todavía conservan algunos objetos, escuchar sobre dulces solamente le generaba antojo y hambre, ─ Se nota que conoces mucho, a mí no me dejan comer muchos dulces ─, aunque era interesante saber más del tema.

una disculpa:

Desconocía cuando podría hacer ese comentario a su madre, pero estaba decidido en hacerlo, ─ No se me va a olvidar, tengo buena memoria ─, vaya que sí pues recordaba una gran cantidad de cosas en su actual vida, sobre todo si quería sacar buenas notas, así como estar preparado cada vez que su padre le lanzará preguntas sorpresa sobre la empresa familiar. Se asustó un poco al ver la reacción contraria pero rápidamente recupero la calma al escucharle hablar, ─ Tendrás que decirme que día piensas hacer eso para poder estar preparado ─, lo más probable sería que tendría que realizar anotaciones por lo que debería buscar un cuaderno solamente para esas enseñanzas, ─ Eso creo, toma mucho té, pero no creo que sea el que bebían allá ─, estaba casi seguro que lo que bebía era el té que se vendía en donde ahora vivían.

Abrió ampliamente sus ojos al escucharle hablar de toda esa comida, misma que no le sonaba nada familiar, ─ Creo que te vas a decepcionar de mi si te digo que no se me hace conocido nada de lo que mencionas ─, ciertamente se trataba de un ser que solamente portaba un nombre japonés pues de japonés no tenía absolutamente nada, estando en cero, ─ ¿Crees que pueda leer sobre eso en libros? ─, en su casa había libros, pero todos relacionados a la costura, telas y demás cosas relacionadas al trabajo de su familia. No había prestado atención al transcurso del día, habiendo pasado tan rápido, miro por la ventaba dándose cuenta de la hora que era, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, estaba por ofrecerse en ayudar cuando había perdido de vista a Yuki por lo que se puso de pie avanzando hasta quedarse en el mostrador, ─ Si necesitas algo, puedo ayudar ─, recorriendo con la mirada algo que pudiese hacer.

Pensaba que tal vez podría acomodar algo, incluso barrer, aunque es algo que no ha hecho no significaba que no pudiera hacerlo, ─ Si quiero llevar lo que me queda a casa, comerlo en mi habitación mientras estoy leyendo y pedir algo de té para acompañar los postres, será una buena noche ─, dando nuevamente una mirada por la ventana contemplando el atardecer, sabía que no tardaría mucho en volver si iba volando pero de todas formas tendría que ser cuidadoso a su llegada, fue cuando el plan cambio abruptamente, no podía negar el ofrecimiento, sería una total descortesía, ─ Claro pero, solo si no te quito tu tiempo, el camino es algo largo, no me gustaría ser la causa de que llegues tarde a tu propia casa ─, escucho al joven, mirando su reflejo en el vidrio de la ventana, ¿acaso su aspecto externo lo hacía ver tan indefenso he inofensivo?, esa pregunta se quedó en su mente por un par de minutos, ─ Sé que no es mal barrio, los recorro con frecuencia, solo que, siempre es más temprano, nunca a esta hora, bueno, nunca a pie ─, había pasado ya por esas calles durante el anochecer pero siempre era con su padre en el carruaje que solía llevarlos de regreso.

Arqueo una ceja mirándolo, ─ Con el cuerpo que te cargas eso se nota a simple vista ─, riendo al final de su comentario, ─ Aunque no lo creas, también puedo dar pelea ─, si bien su aspecto se veía similar al de un humano, lo cierto es que no lo era por lo que sabía a la perfección que su fuerza era un poco mayor a la de un ser humano promedio. De no haberle comentado sobre el postre y las bebidas lo habría dejado pasar completamente, ─ Te lo pienso pagar, si traigo dinero conmigo, pero se fue tan rápido el tiempo platicando los dos que no me di cuenta, si quieres puedo pagarlo ahora mismo, solo necesito saber cuánto es el total ─, buscando entre sus bolsillos aquel pequeño morral de terciopelo rojo atado con un listón dorado donde siempre llevaba una cantidad de dinero por si era necesario. Esperaba al chico para irse juntos o por separado, lo que se diese primero, quería pensar que a esa hora no habría mucha gente por las calles que pudiesen verlo, pero de ser así, no habría más remedio que ignorarlos, aunque pedía, mejor dicho, rogaba que, si alguien lo reconocía, no fuesen conocidos de sus familiares.

Se mantenía tranquilo y paciente mientras el joven realizaba sus deberes, algo nuevo que no había visto antes, por lo que mostraba total atención a cada detalle, ─ Pero no miento ─, reafirmando sus palabras dichas con anterioridad. Le escuchaba, sobre la elección del día donde pudiesen verse, ─ Suena bien, solo si no tienes problemas o estas ocupado, detestaría ser la razón de un retraso en tu empleo ─, sabía en su totalidad la importancia de los empleos pues con frecuencia veía a los trabajadores de la empresa familiar esforzarse por conservar sus puestos.

Asintió ante las sugerencias del mayor entrando a donde le había indicado, realmente quería ayudarle, pero siendo sincero pensó que podría solamente entorpecer el trabajo del chico que realizaba todo de manera rápida y eficaz, ─ Si quería ayudar, pero no sabría qué hacer ni cómo hacerlo, creo que lo mejor que puedo hacer es esperar a que termines, así no seré un estorbo ─, por lo que paciente espero que Yuki terminara, no demoro demasiado, hecho que le dejo sorprendido, solo para verle irse de nuevo y volver con una cajita que contenía los dulces que no había terminado y que, comería más tarde en su habitación.

Tomo la caja como le indico y le siguió hasta la salida trasera, era la primera vez que visitaba una panadería por lo que quedó maravillado por lo que había visto, ─ Gracias, yo espero aquí ─, una vez volvió procedieron a continuar con la charla comenzada anteriormente, ─ Umm si, algo así, aunque los viajes en carruaje terminan por causarme sueño ─, por lo que no era muy de su agrado realizar ese tipo de viajes, ─ Lo bueno es que no los uso mucho, solo cuando debo salir con mi padre y madre ─, mirando la bicicleta, ─ Todo transporte es bueno, no importa si funciona con caballos, ruedas o que, mientras te lleve a tu destino, eso es lo que importa ─, al menos así lo consideraba, ─ Aunque … las alas ayudan mucho, no necesitan ruedas ni caballos, solo abres y cierras, entonces llegas ─, prefería volar aunque debiera cuidarse de no ser visto.

Comenzaron el viaje de regreso, las calles las conocía bien pues las recorría con frecuencia ya fuera por gusto o por necesidad, ─ Es por este camino, es muy tranquilo y relajante a estas horas ─, comentó mientras avanzaban. El camino era largo por lo que solía acostumbrar usar el vuelo para hacerlo más corto, pero, para su sorpresa, el recorrido fue realmente corto al ir conversando con Yuki, lo que le dejo sorprendido, ─ Vaya, este camino suele sentirse más largo cuando vengo yo solo, con tu compañía se ha sentido realmente corto ─, era una lástima no poder recorrerlo con amigos, se detuvo en las entradas de los barrios burgueses, ─ Mi casa está por aquí cerca, pero, no me gustaría que me vieran vestido así, estoy seguro que me regañaran, tendré que entrar por la ventana de mi habitación, cambiarme y luego bajar como si no me hubiese dado una escapada ─, algo que hacía con demasiada frecuencia. Decidió arriesgarse un poco adentrándose en los barrios siendo acompañado por el joven, pero, una vez quedaron frente la residencia donde vive, fue el momento de despedirse, ─ Muchas gracias por acompañarme, los postres y la plática, me dio mucho gusto conocerte, enserio te lo agradezco, ahora me toca el resto del camino por mi cuenta ─, finalizó con una reverencia en señal de agradecimiento, además de arriesgarse al despedirse del joven dando un beso en su mejilla, para después retirarse a pasos rápidos y una vez quedo algo alejado, fue cuestión de dar un vuelo corto llegando a su ventana.

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